La Primera Comunidad Japonesa en Chiapas. Una utopía social a finales del siglo XIX
En un pueblo enclavado en la exuberancia del Soconusco chiapaneco se levanta un obelisco que honra la memoria de los japoneses que arribaron a esa región hace 120 años. Era un puñado de hombres motivados por Takeaki Enomoto, un samurái soñador dispuesto a construir una comunidad utópica.
En Escuintla y sus alrededores es común encontrar apellidos como Nakamura, Mitsui, Yamamoto, Ota, Komukai, todos ellos claramente japoneses sobre rostros que el mestizaje ha disuelto a lo largo de varias generaciones.
Para los descendientes de japoneses en México, la llamada colonia Enomoto en Chiapas constituye la piedra fundacional de una sociedad de inmigrantes que fueron llegando por oleadas a lo largo del siglo XX. Existe desde luego la historia tersa, la que enaltece al vizconde Takeaki Enomoto como el visionario que sembró la semilla de una comunidad asiática en suelo mexicano; la verdadera historia, sin embargo, la que narra los sufrimientos y desengaños de los primeros colonos, apenas si se conoce.
Esta publicación es sólo un fragmento del artículo «Una utopía social japonesa en Chiapas a finales del siglo XIX» del autor Víctor Kerber Palma, que se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, número 105.